Hoy, caminando por las calles de Barcelona vi a un trabajador del sistema de recolección de basura pegando rótulos en los contenedores y basureros del barrio: me paré a leer y conversar con él y con otra Sra. que expresaba en voz alta:
– En lo que se ha convertido Barcelona.
– Hemos dejado de pensar en las demás personas, solo pienso en mi – repliqué yo.
– Exacto – dijo la Sra elevando un poco su voz.
-Yo estoy harto – señaló el empleado público
Cada quien siguió su camino; la Sra. una dirección, yo otra y el Sr. siguió poniendo pegatinas en los basureros de la esquina.
En mi caminar por la ciudad condal, me quedé reflexionando en lo vivido. Enseguida pensé que quería escribir algo al respecto y acto seguido me llegó el pensamiento de: «hace tanto que no escribo que ya me olvidé de escribir» Pero cuando pienso en escribir, me conecto rápidamente con la sensación de: «que hermoso es conectar por medio de la escritura». Me quedé con ese sentir pegado en la piel y con la idea de tomar una foto a mi regreso e intentarlo. Y acá estoy, compartiendo con ustedes el resultado de mi intento.
«La basura» es un tema que ha estado presente en mí, del que he ido tomando conciencia poco a poco y en el que me parece muy importante seguir meditando. No hace mucho vi en facebook una imagen de un chiquito preguntándole al Papá: ¿Papá, esos son los Señores de la basura?» Y el Papá le respondió: «No hijo, ellos son los de la limpieza, los de la basura somos nosotros». Me pareció muy interesante y emocionalmente inteligente la respuesta: en general, ponemos afuera, aquello de lo que no queremos hacernos cargo en nosotros/as mismas/os.
Seguí caminando y pensando no solo en la basura material que generamos , QUE ES MUCHA, DEMASIADA, sino en la basura emocional que andamos esparciendo por acá y por allá y de la que tampoco nos hacemos cargo. La primera destruye el planeta y la segunda nos destruye como comunidad. No son dos cosas separadas y la generación de ambas basuras está a menudo conectada: más basura emocional tengo, más basura material voy a generar, pues para «olvidarme». de lo que «emocionalmente me duele», muchas veces necesito consumir sin medida.
Así como hemos dejado de hacernos responsables de la basura material que generamos, creyendo que «los Srs de la limpieza la harán desaparecer» sin querer ver que los ríos y las playas del mundo están llenos de basura, que los botaderos de basura no dan abasto y que ya empiezan a decir – lo escuché ayer en la radio – que hay basura humana en el espacio; así, del mismo modo, creemos que la basura emocional que generamos por no hacernos responsables de nuestros sentires, de nuestras dificultades vinculares, de nuestros miedos, de nuestros traumas, de nuestro auto engaño, desaparecerá «por arte de magia»
Esta basura emocional, no aparece en los ríos o en los mares, sino que se manifiesta en nuestros vínculos, en nuestras relaciones, en la dificultad que tenemos en disfrutar con las demás personas en lugar de tener nuestra energía puesta en que estas sean como queremos que sean…olvidándonos de que la autenticidad tiene que ver con quien soy y no con cumplir las expectativas externas. La basura emocional se convierte en reclamos, en proyecciones, en juicios, en deseos de herir, en ese «tirar la piedra y esconder la mano». Pero dicha basura no solo tiene impacto en quienes nos rodean, sino que también tiene consecuencias en nosotros/as mismas/os: vivimos con ansiedad, frustración, con poca capacidad de poner límites, en conflictos de larga duración, con pérdidas y desencuentros, saboteándonos, alejadas y alejados de la dicha y el bienestar.
¿Por qué nos cuesta tanto? … al igual que con la basura física, nos «acostumbramos», sin darnos cuenta a dejar de hacernos cargo de aquello que co-creamos. Es parte del modelo económico de «sociedad de consumo» que genera dinero en grandes cantidades para algunas personas y que a la gran mayoría nos ha ido sometiendo a una esclavitud mental, como cantaba Bob Marley, de la que parece que nos cuesta mucho liberarnos.
Ciertamente no es una tarea fácil, pues al igual que un ovillo de lana que se enreda y que parece imposible volver a utilizar, al generar tanta basura – sea emocional o física – dejamos de ver las conexiones que hay entre cada una de nuestras acciones y las consecuencias o impacto en las demás personas y en nosotras/os mismos. La satisfacción inmediata de tener razón, ganar una discusión o lograr imponer una idea – solo por poner algunos ejemplos – se convierten en el «anzuelo» que diferencian un buen día de uno peor. A veces son periodos más largos de bonanza o adversidad… pero muchas veces, al final nos damos cuenta de que llegamos al mismo lugar…solo con algunos años más.
Es necesario hacernos cargo de lo que vivimos emocionalmente hablando. Es necesario que, así como aprendemos a poner atención a la basura física que generamos y cada vez se extiende más el reciclaje, aprendamos a poner nuestra mirada hacia la basura emocional interna que cargamos, para no irla regando por ahí sobre las demás personas. Como aparece en la imagen de este texto: «cuide´m Barcelona» (cuidemos Barcelona). La brossa al contenidor no al terra. Gràcies (La basura en el contenedor, no en el suelo. Gracias), así mismo debemos aprender a cuidar de nosotros/as mismas/os y de las demás personas. Tuve la dicha la semana pasada de compartir con amistades muy queridas unos dias en Barcelona. Hablábamos de que es el Amor… y para mi ambos conceptos están totalmente ligados: amar es tratar de no herir a quien amamos, de no generar en las demás personas más dolor del que ya vivimos. Para no herir a quien amo tengo que aprender a hacerme cargo de mi propio dolor, aprender a reciclar mi basura emocional y convertirla en sabiduría.
4 Comentarios. Dejar nuevo
Gracias Núria, me encanta leerte
Gracias querida Lulú
me alegra tu comentario y me motiva a seguir
Un abrazote
Leerte me ha resultado preciso y adecuado. Desde el jueves quise acceder al enlace, pero el trabajo y situaciones relacionadas justamente con la basura emocional, no me dejaron.
Pero creo que el haber esperado para leerte, me ha servido mucho.
Me resuenan muchas cosas pero una reluce de entre todas: hacerme responsable de mi propio dolor. ¿Cuántas veces he ignorado esto y a dónde me ha llevado?
Y me llegan entonces recuerdos de estos días, que van desde haber querido ganar aquella discusión hasta el «no» que dije vehementemente para defenderme, aún a costa de ser políticamente incorrecto y tocar el dolor al rechazo…
Y así, caigo en cuenta que me escucho y no me escucho, y me detengo a sentir ambos lugares…
Creo que por ahora todo esto me lleva solo a querer sentir.
Muchas gracias Nuria por compartirnos lo que escribes, nuevamente es un regalo el que recibo para voltear a mirarme
¡Recibe un fuerte abrazo!
Gracias mi querido Miguel.
Igualmente a mi leer tu comentario me ha resultado precioso, sanador, sentirme también acompañada.
espero seguir motivandome a escribir.
Un abrazo, gracias por compartir que quieres sentir ys eguirte mirando